En este artículo he
tratado de utilizar y de ir más allá de la deconstrucción derridiana, la cual
no celebro como si fuera el feminismo como tal. Sin embargo, en el contexto
de la problemática tratada, encuentro la morfología de Derrida mucho más útil
que la relación inmediata y sustantitva de Foucault y Deleuze con cuestiones,
más políticas - la invitación del último a devenir mujer - , lo cual hace que
su influencia pueda ser más peligrosa para el académico estadounidense como
entusiasta radical.El subalterno no puede hablar. No existe mérito alguno en
las listas de lavandería globales, donde la mujer figura como una prenda
piadosa. La mujer intelectual tiene, como intelectual, una tarea
circunscripta que no puede rechazar con una rúbrica.