La lógica industrial no forma parte solamente de los modos de producción de objetos de consumo, sino que es inherente a todas las instancias fundamentales del capitalismo contemporáneo. La tecnología en su conjunto, el sistema de transportes, la escuela o el sistema sanitario, tal y como se edificaron a lo largo del siglo XX, han adoptado el modo de producción industrial, basado en el crecimiento exacerbado y sin fin. Las herramientas que habían de liberar a las personas de la esclavitud del trabajo, han acabado por ponerlas a su servicio. La productividad sin límites genera una oferta continua de nuevos productos y servicios, que sometidos a la ley de la obsolescencia, provocan una sensación de escasez y frustración creciente por todo aquello que todavía no se tiene o no se podrá tener nunca