Canarias, 1984. Entre dos mujeres se va fraguando una relación a través de la correspondencia. En las cartas que intercambian narran su devenir amoroso, sus encuentros afectivos y sexuales, sus dudas y certezas, sin subterfugios ni filtros. La acción transcurre a lo largo de un año, desde la primera cita de las amantes en la hora previa al almuerzo, y supone el inicio de un idilio que se prolongará en el tiempo.
En La siesta del carnero acompañamos a las enamoradas en un viaje intenso que nos atrapa, un recorrido que va desde los sentimientos amorosos y sensaciones más íntimas hasta momentos más explícitos.
Escrita en primera persona, esta novela epistolar ambientada en la década de los ochenta vibra entre la ternura y la pasión, entre la sensualidad y el erotismo, todo ello para abordar la realidad de las relaciones lésbicas en una época en la que, en España, empezaba apenas a atisbarse el deseo y el placer de las mujeres.
«Mi querida Sara, se me ha hecho tarde irremediablemente, aunque he estado todo el día buscando un huequito para escribirte. Bueno, para escribir y para disfrutarlo».