Lejos de constituir una particularidad del comportamiento político de los españoles, la violencia es, a la luz de una historiografía global y comparativa, ingrediente definitorio de las transformaciones experimentadas por las sociedades europeas desde finales del siglo XVIII. Fenómeno a la vez estructurante y de oportunidad, la naturaleza y expresiones de la violencia colectiva responden a procesos de largo aliento vinculados a mudanzas de orden social, económico, científico, cultural y político, pero también a cambios de coyuntura en los espacios donde se plantean conflictos de poder, desde el ámbito local al internacional.