En el mundo de Lea y su hermano Tom, las calles y colegios llevan nombres de mujeres ilustres, y son los hombres quienes crían a sus hijos. Nunca ha habido un presidente de gobierno hombre, aunque ya va habiendo algunos ministros; no es nada raro, porque, al fin y al cabo, los hombres son quienes más se ocupan de la casa y los niños, y eso hace que les quede menos tiempo... ¿Que por qué se ocupan ellos de los niños? Pues porque es lo lógico: para criar y limpiar, tareas muy trabajosas, hace falta fuerza física. Y, además, es mejor que las mujeres dediquen su capacidad de análisis y estrategia a los asuntos verdaderamente valiosos...¿Cómo? ¿Que no es justo? Pues lo cierto es que así ocurre desde la noche de los tiempos; es lo normal.Pero, un día, Lea se pone a pensar y escribir sobre ello. Y se da cuenta de que las cosas podrían -y deberían- ser de otro modo...