El canto de la alondra es una de las primeras novelas, publicada en 1915, después del gran éxito de O Pioneers! (1913). Con ésta, que homenajea desde su título a Walt Whitman, y con Mi Antonia (1918), la siguiente novela, comparte el motivo de una mujer enfrentada al cumplimiento ineludible de su deber. EL Canto de la alondra es una gran historia americana, una historia de éxito que cuenta el triunfo de la voluntad, el trabajo, la constancia y el sacrificio. La historia de Thea Kronborg, una muchacha de origen sueco, con un talento fuera de serie y una individualidad indomable, que llegará a ser una gran cantante wagneriana, está inspirada en la vida de Olive Fremstad (1868 o 1871-1951). Pero la vida de Thea también es, en buena medida, la de la propia Willa Cather. Como su creadora, Thea Kronborg tiene que salir adelante en un pueblo ferroviario de las grandes praderas del Oeste americano, equivoca su vocación, se sacrifica para conseguir lo que quiere y en un momento crucial elige su carrera y deja de lado cualquier vida sentimental. El aliento épico no disimula las miserias, las mezquindades ni los momentos de soledad. Pero las dificultades no impiden la generosidad ni la bondad. Cuando Thea Kronborg sea una de las estrellas del Met, el célebre Metropolitan Opera House de Nueva York, seguirá midiendo el valor de las cosas por los seiscientos dólares que le legó de niña su amigo el ferroviario Ray Kennedy, con la condición de que fuera a estudiar a Chicago.
En El canto de la alondra, el éxito no viene sólo del empeño en cumplir un proyecto individual, sino de la confianza que su madre, sus amigos, los que la quieren, depositan en su protagonista, a veces incluso a pesar de ella.