En cierta ocasión, Borges dijo en una entrevista que planeaba escribir un relato titulado Despiértame a las 9:00, cosa que nunca llegó a hacer. A Yi toma ahora prestado aquel título para englobar la historia de Hong Yang, un hombre analfabeto convertido en proscrito que adquiere una posición de poder en su pueblo a través de la violencia y el crimen. El funeral de Hong Yang, muerto al comienzo de la historia, sirve como pretexto para conocerlo desde la perspectiva de sus distintos allegados, que organizan el evento de manera tensa y abrupta. El foco cambia de personaje con agilidad, ofreciendo múltiples puntos de vista que componen una narración coral en la que Hong Yang aparece como alguien desvinculado del amor, la fe, la fraternidad y el afecto a medida que se consolidaba como cabecilla de los bajos fondos. Este capo rural sirve de eje para retratar la naturaleza de su pueblo y de quienes lo habitan. Un retrato enormemente beneficiado de la experiencia de A Yi, que trabajó como policía rural y conoció de primera mano las pulsiones criminales de la China periférica, así como el modo en que estas terminaban codificando la mentalidad de las comunidades y sus estructuras sociales. En A Yi encontramos a un heredero asiático capaz de actualizar el estilo y las premisas tanto de los modernistas franceses como de las novelas de William Faulkner.