Esta es la autobiografía inédita de Margarita Alexandre, española pionera en la dirección de cine durante la dictadura franquista y la Revolución cubana.
Margarita dejó como testimonio de vida una decena de películas como actriz y otras tantas como productora, directora y guionista. Sin embargo, fue esta obra autobiográfica el fruto al que más tiempo dedicó. Desde que yo tengo memoria de ella, pasaba los días y las noches frente al ordenador, intentando sacar, ordenar y transmitir todas las vivencias que aquí se relatan.
A pesar de las dudas que siempre mantuvo acerca de la validez de estos textos, hoy los presentamos aquí con la convicción de que el lector encontrará en ellos una valiosa experiencia de vida y una visión, cuyo ejemplo quizás lo mueva e incite a afrontar la vida y sus dificultades con plena libertad.
MARGARITA ALEXANDRE (León, 1923-Madrid, 2015) fue una actriz, directora y productora de cine y teatro española. Hija de padre francés y madre portorriqueña, los primeros años de su vida transcurren en Madrid hasta el estallido de la Guerra Civil, momento en el que se ve obligada a refugiarse en Valencia junto a su madre y sus hermanas. Con dieciocho años consigue su primer papel como actriz en la película Tierra y cielo (1941). Durante el rodaje de Puebla de las mujeres (1952) conocerá al que será su pareja durante muchos años, el crítico de cine Rafael Torrecilla, con quien funda la productora cinematográfica Altamira Films. Juntos dirigirán y producirán las películas Cristo (1953), La ciudad perdida (1954) y La gata (1955), entre otras. En 1959 deciden marchar a México para unirse a la colonia cinematográfica de exiliados republicanos. País en el que no llegan a desembarcar, pues durante la espera de los visados en Nueva York, conocen al director mexicano Manuel Barbachano Ponce, a quien deciden acompañar a Cuba donde acaba de triunfar la Revolución de Fidel Castro. Lo que en principio iba a ser un viaje corto a la isla, terminó por alargarse más de quince años, durante los cuales Margarita trabajó para el recién fundado ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos) y el Teatro Musical de La Habana.