«Somos las que quisieron ocultar debajo de la alfombra. Somos aquellas en las que se han depositado todas las miserias. Somos ese insulto.»
Así empieza este libro, que explica en primera persona la verdadera historia de una trabajadora sexual, no la de los relatos sensacionalistas mediáticos, ni la de las instituciones del Estado o de la industria del rescate.
Frente a la construcción de estereotipos cosificadores de las mujeres que ejercen la prostitución, este relato autobiográfico de Georgina Orellano pone de relieve la complejidad de la relación entre libertad, opresión y derechos, desde la vivencia de una mujer de clase obrera que «no podía elegir: optaba». Desde ese lugar, Orellano traza con una tremenda capacidad narrativa el trayecto vital que la llevó a considerar el trabajo sexual como su oficio, a legitimarlo y legitimarse en él, batallando contra las diferentes capas del estigma y de la doble moral social.
Más allá de su carácter de testimonio personal, Puta feminista es un libro profundamente reflexivo, en el que la consigna de que «lo personal es político» toma un significado especialmente relevante. Cuestiones como la legalidad y la ilegalidad en relación con los derechos, la auténtica relación con los clientes, las lógicas punitivistas y redentoras en el seno del feminismo, la autoorganización y el apoyo mutuo en actividades social y jurídicamente invisibilizadas… aparecen aquí con una luz especialmente potente en la que el pensamiento está repleto de práctica y, sobre todo, de calle.
Georgina Orellano (Morón, 1986) Trabajadora sexual desde los diecinueve años, se ha convertido en una de las referentes internacionales en la lucha por los derechos de las mujeres que ejercen prostitución. Hija de una familia de clase obrera de la localidad de Morón (Buenos Aires), pasó por diferentes experiencias laborales hasta que optó por el trabajo sexual de calle como oficio. Sus primeros contactos con activistas de AMMAR Sindicato de Trabajadorxs Sexuales en la Argentina, integrada como sección de la CTA (Central de Trabajadores y Trabajadoras de la Argentina), se dan en 2010 para confrontar el acoso por parte de un cliente en el barrio de Villa del Parque. Ese mismo año es elegida delegada de esa zona en la organización y comienza su militancia activa. Cuatro años después y de manera inesperada, durante los debates del Plenario Nacional de AMMAR en Buenos Aires, es propuesta como secretaria general, después de que se manifestaran numerosas críticas a la dirección de entonces. Elegida para el cargo en 2014, con veintisiete años, Georgina Orellano se convirtió a partir de ese momento en una de las voces más potentes y sólidas del feminismo proderechos a escala internacional.
Prólogo de Itziar Ziga