Carmen Calvo inició en los años setenta del siglo pasado una de las andaduras más personales dentro del arte español. Su formación en bellas artes y en el mundo de la alfarería le hizo subvertir los códigos y tratar el barro como si fuera pintura o escultura. Fascinada por la arqueología, coloca pequeños moldes u objetos varios tal y como los arqueólogos o los tenderos ordenan sus hallazgos o mercancías. Por otro lado, sus colecciones de estanterías consisten en formas de yeso extraídas de moldes de cartón, formas cuya estética austera remite al estilo de Morandi
Sus fotografías manipuladas con objetos o pintura constituyen una lúcida crítica social a la cerrada España de la posguerra, a sus instituciones represivas y a sus corsés morales. La infancia es un motivo recurrente en su obra, y en esta exposición, la pieza final hace referencia a un episodio de abuso infantil que tuvo lugar en los años noventa. En 2018, Carmen Calvo realizó una serie de postales modificadas, El tiempo que apasiona, que ha completado con postales del Museo Picasso y que se muestran por primera vez en este proyecto.
Carmen Calvo ha merecido numerosos encargos públicos, y entre los múltiples premios que ha recibido se cuenta el Premio Nacional de Artes Plásticas (2013) y el Premio Internacional Julio González (2022).