Nikolai Evreinov ejerció una indiscutible influencia sobre toda una generación de directores escénicos y dramaturgos, entre ellos Bertolt Brecht y Luigi Pirandello. Según Evreinov: El instinto teatral determinaba la conducta individual y social del ser humano miles y miles de años antes de los comienzos de lo que se conoce como teatro propiamente dicho; porque el instinto de la teatralidad, idéntico al instinto de la transfiguración, es vivaz en organismos vegetales y animales, muy lejos de formular jamás un pensamiento que tuviera la mínima relación con la estética. Más aún, los animales, cuando más desprovistos del don natural del mimetismo, tanto más obligados se ven en el transcurso de la lucha secular por la existencia y por la perpetuación de las especies, a desarrollar sus métodos de transfiguración; el más alto grado de teatralidad consciente correspondía, en el reino animal, al más alto grado de inteligencia: y en el ser humano y en la sociedad, al más alto grado de civilización. Hay que volver a teatralizar el teatro, a fin de teatralizar consciente e intensamente la vida. El ser humano sabe que la vida es algo de lo cual hay que hacer otra ?cosa?, dejar de ser esclavo y transformarse en su propio dueño. Al ser consciente de la teatralidad, la vida deja de aparecer como una trama de acontecimientos fatales, incomprensibles, insólitos. La vida, nuestra vida, es, a nuestros ojos, lo que conviene que sea: un objeto de transfiguración.