Bruto Saraccini (trasunto novelesco de Paolo Volponi) desea promover una reforma democrática y humanista en MFM, empresa en la que trabaja, aunque no tardará en descubrir que sus innovadoras propuestas de cambio no suscitan precisamente la adhesión entusiasta de nadie, y aún menos del propio director de la compañía, Ciro Nàsapeti, o de los inversores, más preocupados por las ganancias que por la justicia social. Así las cosas, Saraccini se verá inmerso en una interminable carrera de obstáculos hacia ninguna parte. Volponi retrata con lucidez el hundimiento de la industria como bien público y base del desarrollo democrático de un país y el auge de un nuevo orden político-económico que privatiza los beneficios mientras socializa los costes de su ilimitada voracidad.