“Los pedazos de hueso caen rodando hasta el escondrijo de lo perdurable.” José García Obrero profundiza hasta prácticamente desintegrar los motivos de la expresión de lo decible. El hueso es el fundamento último de aquello que nos lleva a la afirmación estructurada. García Obrero llega hasta el final y se extasía en el límite. A través de la tradición de la prosa poética que nos remite a Juan Ramón Jiménez y en especial a Luis Cernuda. Hueso es una nueva experiencia lírica, que sorprende y deslumbra a través de un ejercicio de introspección y reformulación poética, inspirado en el vehículo sutil que se representa en el lenguaje musical y con un conductor sublime: el amor. En este caso motor del conflicto del autor ante el imposible equilibrio de la exaltación del sentimiento y la tangibilidad de la representación que llamamos realidad.
Si Wittgenstein afirma, que los límites del lenguaje son los límites del mundo, en este poemario, el poeta subvierte exitosamente con su creatividad la frontera de lo posible. El canto más bello es el que alcanza más pasión e intensidad, eso lo sabía Dylan Thomas y también José García Obrero: “Cuando el canto se detiene el poema acaba fundiéndose en la hierba”.