Mujeres viejas; he ahí un sujeto apenas contemplado y aún menos escuchado o nombrado. Mujeres viejas, soberanas de sí mismas, arraigadas en el extremo opuesto de la pasividad y la necesidad de cuidados. Mujeres animadas de un vigoroso feminismo, expresado aquí como poesía, conjugado siempre en colectivo y reivindicado como «ejercicio constante de reconocere inventar nuevas formas de ser».La mujer vieja pone voz a las preguntas, a las preocupaciones, a los pensamientos de muchas mujeres de su edad, los medita, los desmenuza y los proyecta en sociedad.La mujer vieja anuncia una nueva era, en el camino hacia un mundo más equilibrado, más completo. Conoce bien las raíces de ese mundo, sus pies firmes arraigan en él, se expande, fecunda el horizonte.La mujer vieja es pionera, precursora, creadora de la danza que nos hará iguales, inventora de futuros, faro en el tránsito de lo posible a lo imprescindible.La mujer vieja, sentada en una esquina de la plaza, se escribe, se presenta.