Hay materiales para un derribo.
La clave está en la preposición, que denota fin o término, que denota sentido de un movimiento. Hacia.
Ese «para» da una pista de lo que se agita debajo de este título: una pila de lenguaje específico que se enfrenta a otra pila de lenguaje imaginario, archivado e irreal.
Significados que se fijan sobre significantes, a fuerza de repetirlos o imponerlos. Lenguaje entendido como gesto y tacto.
Como si cada poemario, que se extiende aquí adentro, fuera un movimiento geológico que interviene en la construcción de un paisaje.
Y como si cada movimiento, aquí suspendido, trazara el contorno de ese paisaje borrándolo.
Este libro, que en realidad son tres, es así de misterioso.
Si decides adentrarte en este ciclo, que también es génesis, Carlos Bueno Vera, poeta secreto, sin redes, te recibirá como aquel personaje que dijo: «Soy como un guía de ruinas arqueológicas». Y añadir en voz baja: «Por cierto, aquí no hay ruinas, no hay antigüedad, no se construyó nada».