El poema de Pasolini me ofrecía su estética de momento límite; tenía algo que le falta a la lengua; tenía esa mínima parte de acción que refuerza a tientas nuestro apoderamiento de la realidad en este mundo. De manera que con un mismo movimiento, de helicoide que sube o baja o se deshace, me entregaba en la luz, ciegamente, imagen por imagen, eso que nos retira a cada instante del mundo: esa parte de la lengua que se exilia en el misterio de las hablas y que le falta al misterio de cada uno." Arturo Carrera