Durante este siglo se han creado muchos mitos, pero hay uno, ahora que otros han muerto, que se alza sobre los demás: Estados Unidos. Estados Unidos es ya algo más que esto y aquello, el cine o los automóviles, la música, los westerns, los multimillonarios, los rascacielos, Calvin Klein o la NBA. Cada elemento de este surtido ha dejado de ejercer fascinación como elemento aislado: el fenómeno ahora consiste en que es la totalidad norteamericana la que se importa como un lote completo. No sólo los modos de vida sino el contenido de la vida; no sólo la manera de divertirse sino la diversión; no sólo un estribillo sino una lengua; no sólo una receta sino la comida; todo, en fin, el espíritu familiar, las formas de comprar, las formas de amar, de vestir y de cenar, los planes de estudios y de jubilación y hasta las sectas, es de naturaleza americana. Da lo mismo que se atienda al fenómeno en Gran Bretaña, en Francia, en Italia o en España: bajo el pensamiento único, el mercado único y la aldea global se hacen a la americana, desde Indonesia hasta Chile pasando por Pekín. Este libro se ha escrito con el propósito de mostrar cómo los contenidos sociales, políticos o económicos que se están expandiendo son coherentes con los ideales fundacionales de ese país y su idiosincrasia peculiar, pero no por ello tienen que sentarnos bien a todos. Ni siquiera a buena parte de sus propios habitantes les hace ya provecho. «Vicente Verdú llama a los europeos a la resistencia, aceptar que el modelo América es el designio de nuestro futuro cultural equivale a suicidarse... Excelente» (Joaquín Estefanía, El País).