Fran comparte piso con tres personas, trabaja en una ONG como captador de socios y la chica con la que salía se ha mudado a Londres. Tiene 24 años, estudió filosofía, sale siempre que puede, se mete alguna raya, tontea con chicas y se gasta las bonificaciones que consigue en copas. La relación con sus padres es difusa, habla con su hermana 3 veces al año, la mayoría del tiempo es para que ella le eche la bronca por su poca responsabilidad afectiva. Se siente mal, aunque sería más correcto decir que la incertidumbre en la que vive lo presiona lo suficiente como para que pierda la capacidad de sentir ciertas cosas. Su realidad es agotadora, acelerada, y va en varias direcciones a la vez. A ningún sitio.