Me odiaría cada mañana recorre con mirada irónica (aunque siempre benévola) el mundo del cine norteamericano desde los inicios del sonoro hasta las postrimerías del siglo xx; en sus páginas se recrean las gloriosas, ridículas y a veces miserables andanzas de personajes como Louis B. Meyer, Dalton Trumbo, Marlene Dietrich, Katharine Hepburn, Spencer Tracy, Bertolt Brecht, John Huston, Elia Kazan, Darryl F. Zanuck, Otto Preminger, Edward Dmytryk o Kirk Douglas. Pero estas memorias son también un ácido testimonio de una época dominada por el miedo durante la cual un Estado democrático trató de cercenar las libertades civiles de sus ciudadanos.
Ring Lardner, Jr. nació en Chicago en 1915 y murió en Nueva York en octubre de 2000. Su padre fue uno de los grandes periodistas deportivos de entreguerras y un célebre autor de relatos humorísticos (Haircut, You Know Me Al). Sus tres hermanos fueron también periodistas y escritores. Uno de ellos, Jim, moriría durante la Batalla del Ebro como voluntario de la brigada Lincoln a las órdenes del comandante Milton Wolff (Otra colina, Barataria, 2005).
Ring Lardner, Jr. alcanzó un éxito precoz como guionista en el deslumbrante Hollywood de finales de los años treinta y principios de los cuarenta. En 1942 ganó un óscar por La mujer del año, la primera película del tándem Spencer Tracy/Katharine Hepburn, pero su carrera se truncó en 1947 cuando la Comisión sobre Actividades Antiamericanas decidió investigar a los sospechosos de militancia comunista en la industria cinematográfica. Lardner fue uno de los diez cineastas que se negaron a claudicar frente al celo inquisitorial que arrasaba Estados Unidos (directores como Herbert Biberman o guionistas como Dalton Trumbo formaban parte del selecto grupo). Proscrito en Hollywood, y tras cumplir diez meses de condena por desacato al Congreso, se vio forzado a trabajar bajo cuerda para la televisión. Tras dos décadas de oscurantismo, a finales de los sesenta llegó por fin su rehabilitación pública gracias a los nuevos vientos que soplaban en el país y en 1972 obtuvo un segundo óscar por el guión de la comedia antibelicista mash que dirigió Robert Altman.