Relato autobiográfico y ensayo a la vez, lejos de toda moraleja al uso, Mi cuerpo también reivindica la pertinencia de la voz del enfermo y la autoridad sobre su propio cuerpo enfermo, explorando en el camino las relaciones de poder que se juegan en el mundo de la salud desde la experiencia personal de la autora. Como en toda enfermedad, aquí hay dos historias: una historia oficial, la que cuenta el historial clínico, fría, impersonal y que no siempre cuenta todo (“Mujer joven afebril 27 años refiere dolor de espalda”), y “otra historia”, siempre oculta bajo la primera.