Nada parece salirle bien a Money. Ya superados los cuarenta y con tres divorcios a sus espaldas, lucha por hacerse un hueco en Hollywood, donde trabaja en una película sobre Pie Grande. Los inspectores de Hacienda llaman a su puerta, su gata ha desaparecido y sus hijos andan metidos en problemas. Por si fuera poco, tiene que soportar a un novio imbécil y a Hollis, lo más parecido a un amigo que tiene. Mientras, pasa la mayor parte del tiempo en su coche y se atiborra a pastillas para combatir el trastorno por déficit de atención.
Compuesta de quinientas treinta y seis secciones, Por qué haría yo es, según la crítica, una de las mejores novelas breves de las últimas décadas, precursora —al igual que clásicos modernos como Lancha rápida, de Renata Adler, Según venga el juego, de Joan Didion, o El final de la historia, de Lydia Davis— de un nuevo estilo de escritura, situado en algún lugar entre la saturación ante tanto estímulo y la confesión desquiciada.