Un protagonista -Martín- en una situación límite, sometido a un secuestro absurdo y amable, pero a un secuestro que dura cerca de un año. Un personaje en medio de una habitación en unas circunstancias kafkianas entre las que por no faltar no falta ni un agrimensor que mide cosas más abarcables que el terreno que rodea el castillo al que intentaba llegar K.
Pero no se engañen: el que se pone el reto de afrontar esta situación límite, porque quiere y porque puede resolverla, es el autor, Nelson Galtero. Y lo hace -lo verá quien lo lea- con solvencia y desenfado, porque a partir de ese planteamiento lleno de acechos todo en El Secuestro es un brillante ejercicio de virtuosismo narrativo, una demostración de sentido el ritmo y del humor, en un relato sostenido con un excepcional talento narrativo y con una admirable capacidad para manejar el diálogo