Hace algunas décadas aprendimos que lo personal es político o, dicho de otro modo, que lo individual no se entiende sin lo colectivo. Solo de esta manera el narrador de esta novela podría comprender su paternidad forzosa; solo así Lucía, el personaje principal, comprendería la extensión de su cruel enfermedad: la anorexia. Tal vez también lleguen a entender algo sobre el encuentro con los otros.
No lo tienen difícil: la crisis económica, pero sobre todo el ciclo de protestas sociales que inaugura, les mete de lleno en un lugar donde la soledad se parece mucho a la complicidad con el desastre. Con una profundidad inusitada, Santiago Fernández Patón desvela los complejos mecanismos con los que el capitalismo se inscribe en los cuerpos y desquicia personalidades.