Por una parte, el presente testimonio lleva al lector por la historia reciente del conflicto que israelíes y palestinos viven cotidianamente, en la que se han sucedido guerras cruentas y catástrofes humanitarias, además de que han surgido radicalismos implacables. Por otra parte, esta apasionante narración tiene como eje el tránsito de quien ha peregrinado desde el judaísmo profundo en Europa hasta la peligrosa posición del pacifismo laico en Israel, con el horizonte psicológico, político y cultural de una frontera permanente:
«Los últimos treinta y cinco años de mi vida han sido una larga marcha por la frontera, o, mejor dicho, por las diferentes fronteras en las que se codean israelíes y árabes, israelíes y palestinos, pero también judíos e israelíes, religiosos y laicos, judíos europeos y judíos orientales. Fronteras que se entrecruzan y a veces se superponen, más o menos permeables, más o menos infranqueables.»
Nacido en Estrasburgo en el seno de una familia religiosa, a los dieciséis años Michel Warschawski se instala en Israel para proseguir sus estudios talmúdicos. Allí acaba convirtiéndose en una de las figuras más conocidas de la izquierda radical israelí. Militante por la paz palestino-israelí desde 1968, condenado a veinte meses de prisión por su apoyo a organizaciones palestinas ilegales, Warschawski relata en este texto un recorrido y un compromiso excepcionales, en los que el sentimiento no es excluido por la política ni la emoción por la razón. Ligado a los valores del judaísmo de la diáspora, inspirado en el socialismo sin fronteras de los revolucionarios del antiguo mundo yídish, este pasador de fronteras conoce y denuncia la amarga realidad interior de Israel.