Que el sionismo es un nacionalismo de carácter völkisch, es decir, centroeuropeo, etnicista y sustancialmente conservador, es algo razonablemente aceptado. Dentro de él, sin embargo, han aparecido, sobre todo a partir de la Guerra de los Seis Días, voces críticas que, sin poner en cuestión la legitimidad de su estado, sí lo han hecho en contra de las adherencias confesionales del sionismo, su inflexión neoliberal y muchos aspectos de la ocupación de Gaza y Cisjordania.
Este sionismo crítico ha sido muy bien acogido por cierta izquierda europea, que ve en él una reflexión que puede compartir. Mientras que los intelectuales israelíes del «campo de la paz» han logrado una patente de europeidad que permite a una y otros resolver sin mala conciencia algunos de los más notables conflictos que se les plantean, fundamentalmente la presencia árabe.
Este encantamiento mutuo tiene limitaciones, precisamente por su falta de coherencia histórica, que aboca a actitudes hipócritas, en las que late un sustrato colonialista. Yitzhak Laor, residente en Tel Aviv, poeta y periodista durante años de Haaretz, se enfrenta a ellas en este texto, con decisión y un punto de audacia, a través de un análisis de la obra, tan aclamada en Occidente, de Amos Oz, David Grossman y Abraham Yehoshua. El lector se encontrará, pues, ante una obra valiente y que
arroja nueva luz sobre el papel de algunos de los más connotados intelectuales críticos israelíes.