El espíritu de sumisión, como hecho social, se enmarca en la tradición sociológica de Durkheim, así lo plantea esta innovadora obra, fruto de una investigación académica en la que se han desarrollado métodos intensivos para captar estados-de-espíritu sociales relevantes para las personas, para las familias y para las instituciones, en particular cuando se trata de impartir justicia. Se otorgó tanta importancia a los silencios como a las palabras, al miedo como al coraje, a las situaciones como a las intenciones y surgió un nuevo objetivo: la simplicidad lógica y natural de la esperanza de que la sumisión sea socialmente reconocida como una dádiva entre iguales.