El verano de 1854 los progresistas echaron a los moderados del gobierno, a pesar de que para la clase trabajadora y para las estructuras del poder del país el cambio no fue más que un juego de palabras; pronto aumentó todavía más la miseria al pagarse el trabajo a destajo y aumentando las piezas su metraje; también la vivienda y los alimentos de primera necesidad se encarecían mientras los salarios iban bajando. El verano de 1854 fue el más agitado de aquel decenio al haberse liberalizado la importación de las modernas máquinas de hilar selfactinas, con el consecuente despido de numerosa mano de obra y multiplicación del paro. Las autoridades respondieron a las quejas pidiendo orden y paciencia, inicidiándose de este modo el 14 de julio el incendio de fábricas que ya trabajaban con la nueva maquinaria; como consecuencia murió el empresario textil Pere Arnau, propietario, así como su mujer, y heridos los hijos al defender la propiedad. Tres días después, más de 50 fábricas hacían huelga. Josep Barceló i Cassadó, era un obrero hilador y miembro destacado de la Asociación de Tejedores; fue uno de los med