Rousseau, superviviente de un atentado, se despierta con la cara cubierta de vendas en un hospital. Cuando recibe el alta comienza a recorrer las calles de su ciudad, vuelve a su casa, e intenta recuperar su vida en medio de un clima de guerra, destrucción, muerte y desconfianza. Lo identifican como perro en un mundo donde los gatos, que representan la violencia, luchan por su libertad.
Gracias a su memoria blanca Rousseau volverá a ver el mundo con otros ojos. Su largo viaje en busca de la verdad, termina convirtiéndolo en un símbolo pacífico de lucha contra la opresión.
Una narración entre misteriosa y onírica en la que destacan los grandes óleos de Stéphane Poulin, uno de los ilustradores más reconocidos de Quebec.