Cuando un niño aprende a preguntar "Por qué" ya nunca abandonará esas palabras. Porque las preguntas son pinzas para sujetar objetos desconocidos, llaves para abrir puertas secretas y lupas que nos permiten ver lo que está oculto.
Al fin y al cabo, como todos sabemos, "Por qué" no es más que la abreviatura de "Ábrete, Sésamo". Pero cuando pronunciamos esas palabras, nunca sabemos lo que vamos a encontrar.
"Las preguntas nos recuerdan que no lo sabemos todo, que una parte de nosotros siempre será un misterio. Sin las preguntas no sabríamos esto. Y seríamos idiotas. Porque un idiota no es el que no sabe nada. Sino el que se cree que lo sabe todo."