El 14 de mayo de 1948, Israel apareció como Estado gracias a la Resolución 181 de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947 que había determinado la división de Palestina en un Estado judío y un Estado árabe. La no aceptación de la Resolución por parte de los países árabes provocó la guerra de 1948, llamada por los israelíes guerra de la Independencia, mientras que para los palestinos fue la Nakba (el gran desastre). Desde entonces pesan sobre la cabeza de uno y otro bando más de seis décadas de guerra y terrorismo, asesinatos selectivos, represalias contra la población civil, diversas intifadas, muros divisorios, aislamiento y campos de refugiados, proyectos y propuestas de paz que quedan en nada, en una convivencia difícil, donde cada parte siente la angustiosa sensación de estar siempre en peligro. Ya no es sencillamente una disputa inmobiliaria, para ver quien es el amo de la casa –como dijo Amos Oz–, la cosa se ha convertido en una cuestión mucho más compleja, que pasa por cómo se ha construido la narrativa ideológica, la manipulación de las fuentes, la desinformación, la vulneración de los derechos humanos, la supervivencia en el día a día, la construcción de asentamientos «ilegales» bajo el visto bueno de las autoridades políticas en los Territorios Ocupados... que perviven a pesar de todo. A finales del siglo XIX Palestina era una unidad geopolítica predominantemente árabe bajo gobierno otomano, con escasa población judía. El sionismo nace en Europa en la época convulsa de la formación de los estados modernos que luchaban por los derechos del individuo, la autonomía y las libertades nacionales. Su finalidad era crear un Estado judío independiente y soberano en la tierra de los antepasados, Sion, que pusiera fin a tanta discriminación social: los pogromos, las persecuciones, las diferencias sociales; en definitiva, a las reacciones antisemitas del mundo europeo. En él confluyen diversos pensamientos que van desde el socialismo y el marxismo del movimiento Hashomer Hatzair hasta el ortodoxo del partido Agudat Yisrael y que tienen en común la búsqueda del renacimiento nacional, la reconstrucción de la identidad del pueblo y la creación de un territorio autónomo para el pueblo judío. Fue un largo camino de actividad colonial en Palestina que acabó con la creación del Estado sionista de Israel en 1948, que ha desembocado en el Israel de hoy. Regreso a Sion da cuenta de ese recorrido.