El relato de la crisis se ha instalado en el discurso contemporáneo como el único marco posible para pensar nuestra actualidad. Ello, por cierto, ni es inocente ni carece de consecuencias: implica una domesticación simbólica y la adscripción a cierta tradición narrativa, en los términos de un relato de evolución o decadencia. La crisis sería un momento de inflexión dentro de ese movimiento más amplio que Reinhardt Koselleck describió como el ciclo "nacimiento-destrucción-muerte-regeneración". Al despejar la operación de naturalización de la crisis, se vuelve necesario y posible cuestionar el origen de este modo de representarla, para entender la relación que su relato mantiene con la instauración o conservación de modos de legitimar un orden superador del conflicto.
Normalidad de la crisis/crisis de la normalidad busca poner en movimiento la idea misma de crisis y trata de problematizar el dispositivo en el que el término se inscribe. Esto es, observar en qué medida la prevención, la precaución y los dispositivos que la implementan permiten que sea una ocasión para la reafirmación del orden. El cometido, por tanto, no descansa en el apresurado e ingenuo intento de ofrecer "una solución a la crisis", sino más bien en detenernos a pensar los distintos significados y usos de este término. Se trata, en fin, de proponer un juego de dislocación del aparato simbólico articulado en torno a la representación del valor que se le otorga.