Los inaugurales estudios de Marcel Mauss y la antropología de Émile Durkheim ponen en la pista de que la práctica del don es mucho más que un ritual atávico, propio de sociedades primitivas o poco evolucionadas.
El circuito del don, por el cual a la obligación de dar le suceden la obligación de recibir y la de superar lo recibido, no es tampoco un remanente arcaico que de vez en cuando asoma en nuestras prácticas cotidianas.
Si lo miramos bien, la presencia del don, y con él su difusa correspondencia y generosidad, es constante en nuestras relaciones diarias: en los tácitos favores del día a día, en los regalos, en las recompensas… el do ut des lo colma todo y no se deja cuantificar.
En La ética del don José-Miguel Marinas trata de sacar las consecuencias políticas de esta constatación. El tránsito de la lógica del don a la ética del don permite una fundamentación novedosa de la comunidad política, muy diferente de los reduccionismos utilitaristas y/o economicistas.