La «violencia de género» responde a una violencia estructural, que se sostiene en el marco de una cultura edificada sobre la lógica de la dominación y las relaciones de poder: las personas aprendemos el mundo a partir de unas determinadas categorías que no son neutras, sino que responden a maneras muy concretas de concebir las relaciones humanas. Unas categorías que configuran nuestras formas de pensar, hablar, sentir y vivir, y que, a modo de «marca» nos dividen en hombres y mujeres, heterosexuales y homosexuales, ricas y pobres, autóctonas y emigrantes, capacitadas o discapacitadas... Unas categorías que, bajo su aparente naturalidad, no sólo fundamentan diferentes formas de opresión sino que ejercen una violencia real en nuestras vidas, al invisibilizar las diferencias y otorgar un valor distinto a cada una de las identidades, dando origen a actos cognitivos, políticos y éticos violentos.
De la mano de pensadoras feministas como Monique Wittig, Teresa de Lauretis o Judith Butler, este volumen ofrece una síntesis y una reevaluación fundamentadas en la convicción de que la violencia que suele denominarse «de género» tiene su origen en una determinada manera de interpretar el mundo. Nuestra propuesta sería que la erradicación de esta violencia debe venir acompañada no sólo de la posibilidad de crear políticas más liberadoras de géneros más liberadores, sino de un doble compromiso, individual y colectivo, para transgredir el campo de lo imaginable (el sistema) y edificar unas relaciones más respetuosas entre las personas. Una propuesta que debiera incitar un compromiso ético y político que permita diseñar un nuevo pacto social, capaz de hacer impensable cualquier forma de violencia y de eliminar cualquier imaginario, categoría, identidad o práctica que transforme las diferencias en desigualdades.