Las excepcionales precursoras que aquí se han distinguido, sobre la base de una elección personal relacionada con ciertas afinidades y sintonías, han demostrado con sus vidas y, sobre todo con sus obras, una alta dosis de coraje, creatividad,
excelencia y coherencia. La asunción al mismo tiempo de compromisos y riesgos les ha conferido un estatus de heroínas homéricas, valientes y extraordinarias, que quizá nunca persiguieron. Sus elecciones fueron tomadas de acuerdo
a unos intensos principios éticos que debieran servirnos de estímulo a los futuros herederos.
Su sabiduría demostrada a la hora de iniciar nuevas visiones del espacio nos ayudará a mirar y observar el mundo con una perspectiva más generosa, donde lo femenino o lo masculino no sea excluyente.
Las obras de estas arquitectas, suficientemente valiosas, abarcables, programáticas, complejas, poco conocidas y por fortuna nada mitificadas, con sus múltiples significados cristalizados en un sentido, y sus múltiples sentidos cristalizados
en alguna verdad, son, a su vez, la razón interna y esencial del proyecto de calidad. Este es su drama, su poética y su grandeza.
Los proyectos expuestos son grandes obras desconocidas del Movimiento Moderno y profundizar en su conocimiento ha requerido una investigación extensa, paulatina, esforzada y celosa.