En los entornos más inhóspitos y situaciones más adversas y hostiles, las, los y les de abajo (?los pueblos?) nunca han dejado de construir y delinear alternativas al capitalismo y a los órdenes opresores. Tarde o temprano encuentran los sitios propicios para anclar los sueños, producir espacios y poéticas de la insurrección y refutar así a las teorías de la impotencia popular. El autor identifica en la comunidad autoorganizada un pujante sujeto antagonista: comunidades constituidas por las clases subalternas y oprimidas, periféricas, que cristalizan fines y proyectos a partir de lo dado/actual o que descubren lo dado/actual a la luz de los fines y los proyectos. Son fuerzas que poseen sus propios posibles y saben comenzar a vivir en aquello por lo que luchan, que prefiguran otro sociometabolismo. En estas comunidades se funda otra utopística, la utopística del Sur. ?Hemos intentado pensar las posibilidades de creación de una subjetividad revolucionaria y de una política orientada a la refundación de lo político y a la producción de comunidad en los momentos de estabilidad o de reflujo: una política rad