La gestión estatal de las categorías raciales es análoga a su ges- tión de carreteras o puertos o telecomunicaciones; las prácticas ideológicas y materiales racistas son una infraestructura que ne- cesita ser actualizada y modernizada periódicamente: esto es lo que se entiende por racialización. No son solo los intereses o fuer- zas externas al Estado las que se construyen y mejoran a través de estas prácticas, también lo hace el Estado como tal. Esta cita es apenas una muestra de la potencia crítica de Ruth Wilson Gilmore. Alumna de Neil Smith y creadora de la geografía carcelaria, Gilmore en carna y sintetiza el feminismo antipunitivo de Angela Davis, la crítica de la raza de Stuart Hall y la geografía crítica de Mike Davis, desbordándolos con una tremenda capacidad de conectar distintas cuestiones y planos. Al colocar el peso del racismo en la producción de diferencias que ex ponen a determinados grupos sociales a una mayor vulnerabilidad «ante la muerte prematura», su comprensión del racismo resulta clarividente y desmitificadora, por ejemplo, al abordar la realidad de aquellas co munidades blancas que sufren procesos de degradación ambiental y que «han aprendido a denominar lo que está sucediendo como racismo ambiental [ ] adquiriendo la sensación de que su blanquitud se va cayendo a capas». Conectando lo que ha llamado «estado de guerra» con la expansión de un orden penal y penitenciario convertido en un sistema de producción y gobernanza de población excedente, a la vez que en un lucrativo circuito de negocios privados, ha desarrollado una de sus aportaciones conceptuales más importantes, extensiva y extrapolable a diferentes ámbitos y contextos: el estado antiEstado, entendido como «un Estado que crece sobre la promesa de reducirse». Pero, más allá de la propuesta teórica o crítica, Gilmore aborda la práctica política de la emancipación, tanto en la relación entre activismo y academia —problematizándola y retando a los espacios académico activistas a pensar cuáles son las condiciones de una práctica radi cal—, como en las propias necesidades de los movimientos de base contemporáneos: «Lo que está en juego no es solo cómo luchamos para ganar, sino también cómo de preparadas estamos para las victorias. Prepararse para ganar significa estar lista para la mañana siguiente». Ruth Wilson Gilmore es una de las activistas y ensayistas más im portantes que ha dado el pensamiento radical negro, y su obra, prácticamente inédita en castellano, era hasta ahora un gran vacío en nuestra bibliografía. Como parte de la tradición abolicionista estadounidense —en las antípodas de la confusión entre abolicionismo y punitivismo de ciertas corrientes contemporáneas—, Gilmore ha participado de manera activa en el movimiento antirracista y anticarcelario y en el feminismo antipunitivista, fundando el colectivo Critical Re sistance, junto con figuras como Angela Davis y Rose Braz, e INCITE! Women, Gender Non Conforming, and Trans People of Color Against Violence. Creadora de la geografía carcelaria, su desarrollo del concepto de capitalismo racial es hoy ineludible. Preocupada por la tensión entre academia y activismo, su trabajo intelectual está profundamente impregnado de sus preocu paciones militantes, como muestran estos ensayos y su tesis Golden gulag. Prisons, surplus, crisis, and opposition in globalizing California (2007).