Ante nosotros, una fachada en apariencia anodina: el número 209 de la rue Saint-Maur, en París. Sin embargo, desde la década de 1850 hasta nuestros días, entre sus paredes se han gestado amores, amistades y tragedias; se han sucedido generaciones de niños, artesanos y trabajadores, inmigrantes del este o del sur de Europa. Allí, lo ordinario de la vida cotidiana se ha codeado con lo extraordinario y lo más violento de la Historia del siglo xx, desde las barricadas de la Revolución de 1848 y los enfrentamientos de la Comuna de París hasta las peores horas de la redada del Vélodrome d’Hiver, en 1942, que se saldó con la deportación de cincuenta y dos de sus habitantes.
Con perseverancia, exactitud, humildad, delicadeza y rigor, como resultado de incursiones en todo tipo de archivos, Zylberman rescata no sólo documentos y datos, sino también fotografías, tanto históricas como personales. De igual modo, gracias a multitud de conversaciones, recupera testimonios fundamentales.
El resultado es conmovedor, turbador, apasionante: las historias y las imágenes se entrelazan como en una novela, como las piezas de un rompecabezas. Ahora bien, en el caso de Zylberman esta autobiografía de un edificio es también una forma de escritura de sí: su contagiosa empatía hace vibrar el libro, hace resonar en el patio, en los apartamentos y en los pasillos todas las voces vivas o extintas que lo han frecuentado. Recorre la vida pasada y presente de sus habitantes y nos of rece una palpitante reflexión sobre las huellas del pasado, los lugares donde reside la memoria y el vínculo invisible entre los vivos y los muertos; en definitiva, una narración soberbia que nos invita a convertirnos en un vecino más. Al mismo tiempo erudita y sentimental, esta investigación fascinante y sublime recuerda tanto a la obra de Svetlana Alexiévich como a la Patrick Modiano, al «Hotel del Norte», de Eugène Dabit, a «La vida instrucciones de uso», de Georges Perec.