MIQUEL AMORÓS es conocido por ser uno de los críticos más agudos de la sociedad contemporánea vinculados al mundo anarquista. El sutil hilo conductor de la subversión recoge sus aportaciones más recientes, y algunos escritos representativos anteriores. En este tiempo de discursos prefabricados y videos virales, Amorós nos ofrece unos textos cargados de sentido, para entender el mundo que vivimos.
Amorós define las grandes urbes como territorios del poder, desmiente las promesas del progreso capitalista, encarnado aun por la socialdemocracia, o de la tecnología que solo nos mete aún más en el agujero, a la vez que sirve para el control social de la población; también critica la democracia blanqueada por los medios de comunicación. Ante la amenaza del “ecofascismo”, desmonta el lavado de cara verde del sistema en tiempos de “transición ecológica”. Pero no plantea el decrecimiento, sino rechazar esta sociedad de lleno, apuesta por el antidesarrollismo y por otra forma de vivir, más autónoma, libre y comunitaria.
Hoy nos venden un discurso que solo critica el consumismo y la corrupción, mientras vivimos en ciudades inhabitables y en una cultura de masas, ahora personalizada con big data. Urge desenredar la trama de la dominación: el Estado, el patriarcado, el mundo empresarial, la lógica de la acumulación, el trabajo asalariado o las nocividades (nucleares, alimentos transgénicos, pesticidas, etc. culpables de buena parte de las enfermedades). Hay que sacudirse ciertos valores, hábitos y miedos. Es necesario un cuestionamiento radical, recuperar el deseo no domesticado y la contracultura, así como algunas formas de actuar.
Entre otras cuestiones en este libro Amorós aúna lo mejor del pensamiento anticapitalista (marxismos, situacionismo, anarquismo revolucionario). Aborda la ideología y la estrategia, revisita a clásicos como Bakunin, Kropotkin o Bonanno, y debate con la autonomía y el anarcosindicalismo, e incluso reflexiona sobre la pandemia. Autogestión, apoyo mutuo y sentido antiautoritario: Sus escritos son útiles porque transmiten una perspectiva casi perdida, en especial a los más jóvenes. Quizás ahí resida la importancia del hilo conductor de la subversión.