Este documento, que permaneció inédito durante más de un cuarto de siglo debido a la expulsión de sus autores de la I.S. en diciembre del 67, da cuenta de los momentos sobresalientes de la crisis del arte moderno a la vez que expone los puntos centrales de la crítica situacionista en la materia. Su sabor «de época» y su óptica angloamericana confieren a su enfrentamiento con la «cultura pop» ?mucho más discreta y elitista en la Francia de entonces? un estilo más concreto y «popular» que el de la crítica situacionista francesa. Especial mérito tiene su inmisericorde forma de desbaratar y desmontar la inflación de pseudonovedades, mamarrachadas en serie y estrategias artístico-policiales originadas en la década de los sesenta. Como contrapartida, no está exento de cierta abstracción lírica y optimismo precipitado en relación con fenómenos como el nuevo lumpen, la delincuencia juvenil o los motines de Mods, Rockers, Hell?s Angels y demás fauna urbana, que poco tardarían en convertirse no tanto en desafíos al orden existente como en formas especializadas de acomodarse a él. Además este libro, traducido por Federico Corriente, contiene los ensayos Guy Debord y el problema del maldito, de Asger Jorn, y Por qué el arte no puede acabar con la Internacional Situacionista de T. J. Clark y Donald Nicholson-Smith, a modo de inmejorables vacunas contra las enfermedades que inoculan artistillas y politiqueros de todos los pelajes.