Una sociedad desigual, empobrecida y desafecta, aunque no pasiva; una política superada por las circunstancias, impotente y, a la vez, seriamente dañada por la corrupción, y un deterioro institucional que ha afectado a la práctica totalidad de las instituciones, desde el Gobierno hasta la Monarquía. La valoración de la democracia alcanza una nota media de 5,2, similar a la del IDE 2013. Sin embargo, los expertos detectan nuevos problemas, como el deterioro del derecho a una sanidad de calidad, la pérdida de derechos de los trabajadores o el agravamiento de la corrupción, entre otros.