Cíngulo y estrella, cuarto poemario de Marta Sanz, es un cancionero de celebración. De celebración de dos cuerpos que se reescriben el uno al otro mientras el tiempo pasa. Treinta años. Estos poemas hablan de lo que el amor leal puede tener de subversivo en una época en que la pornografía deja de transgredir las normas para convertirse en moneda de cambio del capitalismo. Hablan de la falta de solemnidad de la convivencia, de la compañía, del amor como sentido de la propiedad y del ahorro. De la pereza y de la generosidad como acto reflejo. De las mutaciones del sentimiento y de que no todas las mutaciones significan desgaste.
La palabra nace de la dificultad y del atrevimiento de llevarle la contraria y corregir formas aletargantes, cursis y domesticadas, de expresar y sentir el amor.