Se sabe que Guillaume Apollinaire, poeta cubista y padrino del surrealismo, era poco entusiasta de las obras maestras de la literatura, y que prefería aquellas otras que, como las que pueblan este libro, quedaron en los márgenes, allí donde estalla lo nuevo, lo diferente, la sorpresa que el propio Apollinaire convirtió en uno de los fundamentos de su poética. Así, estos «diablos enamorados» —por primera vez en nuestro idioma en esta edición— son un exuberante desborde de posibilidades, invitaciones y perspectivas para transitar dichos márgenes de la literatura de la mano de un poeta esencial de la modernidad.
Erotómano incorregible, recibió un sustancioso encargo para prologar las ediciones de una colección de literatura erótica. De entre las principales piezas del volumen destaca el amplio estudio dedicado al marqués de Sade, un escrito de incalculables consecuencias y por el que Maurice Blanchot calificó a Apollinaire de «Moisés laico», debido a sus implicaciones como gran apertura del mundo literario que estaba por venir. Pero no se quedan atrás los extensos y curiosos prólogos dedicados al español Francisco Delicado y La Lozana andaluza, al Divino Aretino, Baffo o John Cleland, autor de la popular Fanny Hill. A ellos se une una retahíla de escritores y obras menores, donde planea la sombra de clásicos como Casanova o Choderlos de Laclos, célebre autor de Las amistades peligrosas. Como oportuno apéndice, culminamos el volumen con su famosa introducción a Las flores del mal de Baudelaire.