El 12 de julio de 1873 se inició la sublevación cantonal de Cartagena, la insurrección de mayor trascendencia de las que se sucedieron al poco tiempo de la proclamación, en febrero de ese mismo año, de la Primera República española. Sesenta años después, Ramón J. Sender, que ya había publicado algunas obras de fuste, como "Imán" o "Siete domingos rojos", eligió ese episodio como el tema de la novela que presentó al Premio Nacional de Literatura convocado en 1935, cuyo jurado estaba presidido por Antonio Machado y contaba entre sus vocales con Pío Baroja. La obra de Sender resultó premiada y se publicó por Espasa-Calpe pocos meses antes de que se produjera el golpe de estado que supuso el principio del fin de la segunda experiencia republicana española.
Como protagonista de su novela, Sender no escogió a uno de los personajes históricos que tomaron parte en la insurrección cantonal —algunos de los cuales juegan un papel destacado en la narración—, sino a uno ficticio, míster Witt, un ingeniero inglés casado con una española, Milagritos, que lleva afincado en Cartagena varios años y que, debido al puesto de responsabilidad que desempeña, es testigo privilegiado de los sucesos que se desarrollan en la ciudad, sucesos que le suscitan una mezcla de rechazo y admiración. "Míster Witt en el Cantón" sobresale tanto por la recreación vibrante y con una marcada impronta social de un hecho histórico de gran significación en la historia del siglo XIX español como por el acabado retrato psicológico de su protagonista, un hombre recto y metódico que oculta a su mujer el abyecto papel que desempeñó en un momento de su vida y al que los celos empujarán a tomar una decisión que influirá de forma trascendental en los acontecimientos.