Hace más de seis siglos, las personas que habitaban Vitoria, en un contexto en el que debían afrontar grandes riesgos y carencias en su vida cotidiana para sobrevivir, fueron capaces de una forma de autoorganizarse y constituir una comunidad vecinal –las Vecindades vitorianas– con la que, sin la intervención ni dependencia de poder institucional alguno, hacer frente, de forma colectiva y mediante el apoyo mutuo, a los retos que esa supervivencia les planteaba. Sin embargo, la historiografía no ha prestado atención suficiente a cuestiones básicas que se abordan en estas páginas: su repercusión en la vida de aquellas gentes, las razones que llevaron a su creación y, posteriormente, a su declive y desaparición...
Pero, siendo un trabajo elaborado por un colectivo vecinal del Casco Viejo vitoriano denominado Egin Ayllu («hacer comunidad», en una mezcla de euskera y quechua), el segundo objetivo no podía ser otro que fijar la mirada en diferentes culturas, tiempos y latitudes para ver hasta qué punto las formas de organización comunitaria han sido una constante en la Historia cada vez que las colectividades han tenido que hacer frente a sus necesidades y sueños, utilizando algo tan básico como el puro sentido común y las herramientas que más propias le son: la solidaridad, el trabajo y la fiesta compartidos.
Este libro también nos interroga sobre cómo aprender hoy en día de los errores y aciertos que nos ofrecen las experiencias históricas y «ponernos manos a la obra en esa apasionante tarea de autoorganizarnos, para que el presente y el futuro de nuestros barrios lo decidan sus propios vecindarios».
Como sostiene Raúl Zibechi, el reconocido escritor y activista uruguayo, y prologuista de esta obra: «El trabajo-celebración-romería de Egin Ayllu apuesta por el cambio lento, que es el tiempo de la vida pero también del cambio interior, que no sucede porque los propagandistas de turno se dediquen a promoverlo. Tengo la firme esperanza de que este libro, por la intensidad y profundidad que contiene, sea capaz de hacer sentir a unos cuantos que hay algo más allá de la realidad en que vivimos. En la creación de ese algo, nuevo y diferente, la experiencia de las Vecindades que nos regala Egin Ayllu será a la vez semilla y fermento».