El discurso de los líderes del mundo occidental -en especial, aunque no solamente, Estados Unidos y la Gran Bretaña- y de los principales medios y de los intelectuales del establishment está lleno de llamados al universalismo como justificación fundamental de sus políticas, y, sobre todo, cuando hablan de sus políticas que se relacionan con los "otros": los países más pobres y "menos desarrollados". El tono suele ser de superioridad, intimidatorio y arrogante, pero aquéllas se presentan siempre como si reflejaran valores y verdades universales.
Existen tres principales modalidades de este llamado al universalismo. La primera es el argumento de que las políticas que practican los líderes del mundo paneuropeo son en defensa de los "derechos humanos" y para impulsar algo a lo que se da el nombre de "democracia". La segunda asume siempre que la civilización "occidental" es superior a "otras" civilizaciones porque es la única que ha logrado basarse en esos valores y verdades universales. Y la tercera es la defensa de las verdades científicas del mercado, el concepto de que "no hay más alternativa" para los gobiernos que aceptar las leyes de la economía neoliberal y actuar con base en ellas.
Como se tratará de demostrar en este libro, estos temas son muy antiguos y han constituido el discurso básico de los poderosos a lo largo de las historia del moderno sistema-mundo, cuando menos desde el siglo xvi. El debate siempre ha girado en torno al significado de universalismo. Se mostrará que el universalismo de los poderosos ha sido parcial y distorsionado. Se examinará, además, cómo se podría avanzar hacia un genuino universalismo, al que se ha dado el nombre de "universalismo universal".