«El Estado agresor es un libro que merece ser atado a una losa y arrojado a los hombres de Washington».
INDEPENDENT ON SUNDAY
«William Blum, antiguo empleado del Departamento de Estado de Estados Unidos, ofrece un escalofriante testimonio de que, aunque no puede haber justificación para el 11 de septiembre, sí puede haber razones».
MAVIS CHEEK, OBSERVER BOOKS OF THE YEAR
«Una crítica vívida y bien dirigida sobre las perversiones del intervencionismo global de Estados Unidos, un antídoto óptimo contra las mentiras y la propaganda oficiales».
MICHAEL PARENTI
Autor de To Kill a Nation: the Attack on Yugoslavia
«Blum demuestra cómo la política de Estados Unidos, bajo la bandera de la libertad y los derechos humanos, ha llevado a acciones criminales bárbaras y cómo la ?fuerza por la paz? mundial ha actuado de la forma más belicosa. Un libro que abrirá los ojos a los estudiantes de la política de seguridad nacional».
SAUL LANDAU
Miembro del Claustro de Profesores del Instituto de Estudios Políticos, Washington, D.C.
«Bill Blum dio fácilmente con el título de este libro. Simplemente puso a prueba a América con los mismos criterios que se emplean para juzgar a otros países. El resultado es una lista de agravios; una enciclopedia especialmente bien documentada de maldades, mentiras y estragos que han sido llevados a cabo hipócritamente en nombre de la democracia por aquellos para los que el poder es su verdadero y único amor».
SAM SMITH
Editor de The Progressive Review, Washington, D.C.
«Si yo fuera presidente, podría detener los atentados terroristas contra Estados Unidos en unos pocos días. Para siempre. Primero pediría perdón a todas las viudas y huérfanos, a los torturados y empobrecidos, y a los muchos millones de otras víctimas del imperialismo norteamericano. Entonces anunciaría con toda sinceridad, a todos los rincones del mundo, que las intervenciones globales de Estados Unidos de América se han terminado, e informaría que Israel ya no es el estado número 51 de Estados Unidos, sino que de ahora en adelante (por extraño que parezca) es un país extranjero. Reduciría entonces el presupuesto militar al menos en un noventa por ciento y usaría la cantidad ahorrada para pagar indemnizaciones a las víctimas. Habría dinero más que suficiente. El presupuesto militar anual de 330 billones de dólares es igual a más de 18.000 dólares por hora por cada hora desde el nacimiento de Jesucristo.
Esto es lo que haría en mis tres primeros días en la Casa Blanca. En mi cuarto día, sería asesinado».
William Blum