«El talento de Philipp Blom consiste en compendiar con una concisión admirable los acontecimientos históricos y situarlos en un contexto esclarecedor. Años de vértigo nos introduce en los miedos y en las ilusiones de la época. Si la civilización dura cien años más, es posible que algún día un historiador compare la primera década de este siglo con los frenéticos años que precedieron a la Primera Guerra Mundial. De ser así, el libro de Blom difícilmente será superado como fuente» (Daniel Pudles, The Economist).
1900-1914: quince años vertiginosos que desembocaron en la que probablemente fue la guerra más cruenta de la historia. Una década y media en la que la ciencia, el arte, la literatura, la música, la arquitectura dieron algunos de los mejores frutos del siglo que entonces comenzaba. Nombres como Albert Einstein, Pierre y Marie Curie, Sigmund Freud, Braque y Picasso, Klimt, Kokoschka y Duchamp, por mencionar solo algunos, nuevos modos de pensar y descubrimientos como los rayos X, unidos a verdaderas revoluciones en los hábitos cotidianos ?el automóvil, la cámara fotográfica, el cinematógrafo, los grandes almacenes?, lograron que, como sugiere el autor, el período anterior a la Primera Guerra Mundial se considerase «una época idílica, los buenos viejos tiempos, una belle époque celebrada en películas de decorados fastuosos entre los que se movía una sociedad elegante y hasta entonces intacta, a punto ahora de quedar hecha añicos por las fuerzas que la empujan inexorablemente hacia el desastre. Después de 1918 el fénix de la modernidad resurgió de las cenizas del viejo mundo».
Fueron también los crueles años de la «fiebre del caucho» y el exterminio de nativos en el Congo belga; los días de la frenética carrera por la supremacía naval, el amanecer de las grandes luchas sociales del siglo, con las primeras manifestaciones de la conciencia proletaria y el imparable avance del feminismo y las campañas por el sufragio femenino, un movimiento asociado a la angustia y las vacilaciones del sexo «fuerte»... Dedicando un capítulo a cada uno de esos quince años, Philipp Blom pinta una retrospectiva histórica soberbia.