En un estrecho diálogo con Foucault y Benjamin, Paracelso y Warburg, Overbeck y Melandri, la búsqueda de este libro se concentra en tres figuras conceptuales: el paradigma, que permite reconstruir ese capítulo ausente en la historia de la lógica occidental que es la teoría del ejemplo; la signatura, que, en la estela de los tratados renacentistas y barrocos de signatura rerum, es el operador decisivo en toda teoría de los signos, de la lingüística al psicoanálisis, de la magia a la historia del arte; y la arqueología, que se remonta a un concepto de origen que no permanece aislado en el pasado sino que, como las raíces indoeuropeas en la lingüística y el big bang en la astrofísica, no cesa de actuar en el presente para hacerlo inteligible. El cruce entre estas tres figuras define el espacio de un breve tratado sobre el método. «El filósofo explica su idea de método, por la cual toda investigación debería retroceder en su propio recorrido hasta individualizar aquello que ha permanecido oscuro y no tematizado» (Andrea Cavalletti, Il Manifesto); «Giorgio Agamben nos persuade de la insuficiencia de cualquier método; la intuición de una verdad no es el resultado del método sino el fruto de la inteligencia» (Franco Volpi, La Repubblica).