Anatoli Vasílevich Lunacharski, el primer Comisario del Pueblo para la Educación, es una de las figuras más representativas de la contradicción existente en la Rusia revolucionaria entre las grandiosas aspiraciones de transformaclon social que mueven a los protagonistas de la revolución y los terribles condicionamientos bajo los que deben acometer su intento de crear una sociedad nueva. ?Un bolchevique para los intelectuales, un intelectual para los bolcheviques?, Lunacharski debe enfrentarse a la incomprensión de los académicos, cuyo supuesto talante liberal se siente ofendido ante el intolerable espectáculo de una revolución popular, debe tratar de evitar que el radicalismo ingenuo e idealista de los partidarios de la proletkult conduzca a un imposible salto en el vacío en el terreno cultural. Y, sobre todo, Lunacharski debe tratar de superar las terribles condiciones materiales en que se lleva a cabo su tarea: la falta de personal cualificado, la falta de todo tipo de medios materiales... El hambre, el frío, la miseria y las destrucciones de la guerra marcan el terrible contrapunto de las ambiciosas metas que los bolcheviques se han propuesto en el terreno de la educación y de las artes: una nueva pedagogía, una enseñanza integral, un arte cuyo sujeto sea el pueblo, una cultura nueva, revolucionaria y de masas. Obteniendo su principal apoyo político de la colaboración de Krúpskaia, la esposa de Lenin, y llevado siempre al borde de la catástrofe por un incorregible idealismo, Lunacharski lucharía durante cuatro años por llevar a cabo una política cultural revolucionaria. Derrotada esta política casi en todos los frentes ya en 1921, sigue siendo un mérito singular del Comisariado del Pueblo para la Educación y de quienes como Lunacharski y Lenin protagonizaron sus esfuerzos el que esta política fuera formulada y parcialmente puesta en práctica en un período de terror, guerra civil y miseria. En este sentido, la historia de los primeros cuatro años del Comisariado de Educación permite comprender con excepcional profundidad los primeros años de la Revolución rusa. Sheila Fitzpatrick es doctor por la Universidad de Oxford. Este libro sintetiza las investigaciones por ella realizadas en Oxford y Moscú durante la preparación de su tesis.