Basura no es un trabajo de ecología humana sobre las dimensiones, las características y las consecuencias del desperdicio, y sobre las posibles soluciones del problema. Tampoco es una requisitoria moral contra ese desperdicio y contra la exclusión de seres humanos y de pueblos enteros; no es una sucesión de crónicas escandalosas. Por supuesto algo habrá de todo ello, pero el objetivo central es otro: describir cómo la basura, sin que de ello nos demos verdaderamente cuenta, se ha convertido en el fenómeno central de nuestra civilización; el más revelador, el más activo. La basura es un objeto, sí, pero es sobre todo el acto de producirlo.
¿Es la nuestra una sociedad regida por el consumo o más bien por la acumulación? ¿Qué significa en realidad carpe diem? ¿Cuándo pasó el vocablo «basura» a ser un modificador conceptual, adoptado para dar cuenta de algunas nuevas realidades, como los contratos basura, la telebasura, la comunicación basura, la basura blanca, las hipotecas basura...? ¿En qué momento se impuso la utopía basura del progreso, esa creencia de que todo lo existente deberá ser tirado a la basura, una y otra vez, en el camino a un futuro indefinidamente mejor?